Niños tutelados de la DGAIA: Héroes no, supervivientes
El Sector Social CGT Enseñanza denuncia la situación de los y las educadoras sociales, "Era previsible la desidia con la que haría frente el Departament de de Treball, Afers Soc
ials I Families (DGAIA) a los niños tutelados por diferentes motivos: son pobres, no tienen voto, los atienden unas entidades/emprendidas sociales donde solo entienden de beneficios", explican en el comunicado que publicamos.
ials I Families (DGAIA) a los niños tutelados por diferentes motivos: son pobres, no tienen voto, los atienden unas entidades/emprendidas sociales donde solo entienden de beneficios", explican en el comunicado que publicamos.
Las educadoras sociales en los centros estamos en peligro de extinción. Arrastramos una privatización y precarización salvaje bajo el mantra del eficiencia, que todas conocemos como recortes. Los primeros al sufrir estas consecuencias son los niños y adolescentes a quienes un govern tras otro no se cansa de etiquetar como resilientes y pequeños héroes, pero las profesionales a esto le decimos revictimización y maltrato institucional, por no protegerlos y garantizar sus derechos.
Pues bien, con el coronavirus no ha cambiado nada. La crisis sanitaria ha dejado a cuerpo descubierto la nefasta gestión de la DGAIA y la irresponsabilidad de este gobierno negligente con la salud de las trabajadoras y de los niños.
Las educadoras hemos abordado esta crisis sin que la DGAIA haya dado respuesta a las denuncias que llevamos haciendo tanto nosotros como el Síndic de Greuges. Los centros están sobreocupados, sin recursos para atender a los niños, que están amontonados, agresiones constantes. A todo esto hay que sumar un sistema privatizado por empresas sin ningún tipo de fiscalización, disfrazadas de cooperativas «sin ánimo de lucro», que no respetan el convenio de Acción Social y arrastran desde hace años retrasos en el pago de nuestros salarios.
Bajo estas condiciones llegamos al día 12 marzo para afrontar un confinamiento con unas instrucciones confundidas de la DGAIA, sin los recursos necesarios y sin ningún tipo de plan coordinado con los Departamentos de Salud y Enseñanza. Las directrices en los centros tienen un denominador común: improvisación y negligencia.
Nos confinamos todas y se cierran los centros para evitar los contagios, pero a las educadoras no se nos proporcionan los equipos de protección individual (no llevamos mascarillas, ni guantes, ni batas, ni nada). De este modo ponemos en riesgo a los niños, nuestra salud y la de nuestros familiares al convertirnos en transmisores y portadores del virus.
Van pasando los días y empiezan los primeros síntomas con los niños, seguimos los protocolos, el mismo que cualquier otro familia y desde los teléfonos de salud nos dicen que aislemos a los niños. Que los aislemos ¿dónde? Los centros están sobreocupados y las habitaciones a menudo son compartidas por más de 4 niños.
Solicitamos que se hagan pruebas para diagnosticar el coronavirus ante el riesgo que supone que se extienda en centros con más de 50 niños; la respuesta es que no se hacen pruebas. En medio de la incertidumbre de saber si estamos contagiadas o no, nos llegan nuevos ingresos. Preguntamos si se les ha hecho algún tipo de revisión de salud y prueba del virus. Evidentemente no, si antes no se hacían revisiones antes de ingresar a los niños, exponiendo al resto de niños y trabajadoras, pues ahora menos.
En los medios vamos escuchando las diferentes medidas de confinamiento y demandas de colaboración de los políticos a la ciudadanía. Al mismo tiempo, en pleno confinamiento la DGAIA traslada un centro de menores entero desde el Maresme a una casa de colonias de Girona sin ninguna justificación. Por otro lado, el secretario de trabajo, Josep Ginesta el 23 de marzo explica en RAC 1 que son necesarias mascarillas, guantes y el resto de EPI’s para aquellas trabajadoras que no podemos mantener la distancia de 1,5 m. ¿Qué hacemos señor Ginesta, nos vamos a casa a hacer teletrabajo y que se autogestionen los niños?. Al día siguiente unas compañeras denuncian la carencia de mascarillas, guantes, recursos y la precariedad con la que trabajan, posiblemente muchas con atrasos en sus nóminas.
Estas declaraciones las tienen que hacer con la cara tapada, porque resulta que a quien se persigue, señor Ginesta, no es a las empresas que ponen en riesgo la salud de trabajadoras y niños, se persigue a las trabajadoras que realizan los servicios esenciales arriesgando su salud y la de sus familias, cuando ustedes hacen el discurso desde su casa y la clase política si que tiene acceso a las pruebas por el COVID.
Para dar un aire más tierno, la Sra Cabanes envía una carta el 6 de marzo a los niños, alentándolos, diciéndolos que son unos valientes y que están muy bien cuidados por los educadores. Pues hay que aclarar a la directora de la DGAIA que no son valientes, son supervivientes y que sí, los cuidaremos bien pero que nos hacen falta el recursos y la protección para poder hacerlo. Envíen EPI’s a los centros y fiscalicen a las entidades que contratan. Dote de más profesionales para garantizar la atención ahora que los niños están todo el día cerrados en el centro y no se cumple la ratio. Hable también con el Consejero Bargallo y proporcione en los centros maestros y ordenadores para que estos niños puedan continuar la escolaridad por los medios telemáticos con el espaldarazo que necesitan, aquello que tanto les gusta decir de garantizar la igualdad de oportunidades.
Ya ha pasado más de un mes y continuamos igual, negligencia e improvisación. Lo único que se ha hecho más evidente es que: ni las Fundaciones ni la propia DGAIA garantizan la salud y el bienestar de los niños y sus trabajadoras. Las mismas Fundaciones llenas de una hipócrita solidaridad con las trabajadoras hace un mes protestaban ante la DGAIA para pedir dinero, ahora ya se han olvidado de las trabajadoras y las que exijan una mascarilla son perseguidas.
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